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Vestirse con intención: la moda como herramienta de bienestar

Por Ariel Jarc

Vestirse con intención: la moda como herramienta de bienestar

Por Ariel Jarc

Vestirse no es solo elegir una prenda, es una decisión psicológica. Lo que ponemos sobre nuestro cuerpo comunica a los demás, nos comunica a nosotros mismos y, sobre todo, podría modular nuestros estados emocionales. Desde esa doble condición —mensaje externo y efecto interno— la moda se transforma en una herramienta de cuidado y de intervención cotidiana.

La psicología del color ayuda a explicar por qué sucede esto. Sus orígenes conceptuales remontan a Johann Wolfgang von Goethe, quien postuló que el color es, en gran medida, cuestión de percepción. En tiempos más recientes, la psicóloga Eva Heller investigó cómo los colores influyen en nuestros sentimientos y conductas. Lejos de ser una superstición, estas observaciones tienen aplicaciones prácticas en diseño, publicidad, marketing y también en la vida cotidiana de cualquier persona que quiera vestirse con propósito.

¿Qué nos dicen los colores?

Los colores actúan sobre nuestro sistema emocional y sobre respuestas fisiológicas concretas. Por ejemplo, el rojo puede aumentar el ritmo cardíaco y generar mayor activación; el azul tiende a calmar y proyectar confianza; el amarillo estimula la creatividad (aunque en exceso puede resultar irritante). No es una novela: hay evidencia que muestra que el color pesa en la mayoría de las razones por las que alguien elige un producto frente a otro —y ese mismo principio se traslada al guardarropa.

También es importante recordar que los significados no son universales: cultura, contexto y experiencia personal matizan cualquier interpretación cromática.

Significados más aceptados (occidente) —una guía práctica

  • Blanco: inocencia, limpieza, nuevos comienzos. Atemporal.
  • Negro: poder, elegancia, sobriedad. Comodín de la moda.
  • Gris: neutralidad y calma; según el contexto, puede percibirse como sobrio o indiferente.
  • Marrón: calidez, rusticidad y confort.
  • Azul: tranquilidad, confianza y claridad mental. Muy utilizado por marcas que buscan transmitir seguridad.
  • Rojo: pasión, poder y energía; atrae la atención y activa a quien lo usa.
  • Verde: naturaleza, esperanza y serenidad; tonos oscuros pueden sugerir prestigio.
  • Morado: sofisticación, misterio y creatividad; históricamente vinculado al lujo.
  • Rosa: ternura, empatía y suavidad emocional.
  • Naranja: sociabilidad, diversión y calor humano.
  • Amarillo: optimismo y creatividad; estimulante, pero fácil de saturar.

Cómo lo aplico.

Vestir con intención no requiere vestirse distinto toda la vida; pide, en cambio, decisiones pequeñas y coherentes:

  1. Fijá tu objetivo emocional del día. ¿Querés calma? Azul o verde. ¿Energía y decisión? Rojo o naranja.
  2. Probá con accesorios. Si un color fuerte no va con tu estilo, introducilo en pañuelos, zapatos, carteras o esmaltes.
  3. Tené una prenda “talismán”. Un blazer, un pañuelo o un par de zapatos que te activen confianza al instante.
  4. Combiná con sentido. Contrastes para impactar; tonos cercanos para armonizar.
  5. Respetá tu identidad. La estrategia cromática funciona mejor si no traiciona quién sos.
  6. Considerá la cultura y el contexto. En viajes o entornos interculturales, chequeá significados locales antes de elegir.

Ideas clave de la psicología del color (resumidas)

  • Influencia emocional y conductual: los colores evocan emociones y pueden afectar respuestas corporales.
  • Impacto en decisiones de compra: el color influye en la mayoría de las decisiones de consumo.
  • Variaciones culturales y contextuales: los significados cambian según la cultura y la situación.
  • Aplicaciones prácticas: desde tests basados en color hasta estrategias de marketing y diseño, pasando por el uso personal como herramienta de bienestar.

Tips rápidos para usar en el día a día

  • Para entrevistas o presentaciones: un toque de azul (camisa o blazer) aporta calma y autoridad.
  • Para sesiones creativas: un accesorio amarillo o una prenda que te inspire vitalidad.
  • Para enfrentar nervios (exámenes, negociaciones): verde suave que favorece la concentración.
  • Para impresionar o activar: una prenda roja cuando la ocasión requiere presencia y energía.
  • Si no querés arriesgar: comenzá por un accesorio y observá cómo te sentís.

Vestirse con intención es una forma sencilla y potente de autocuidado: no es adoptar una moda, es elegir conscientemente. La próxima vez que abras el placard, preguntate no sólo “¿qué me pongo?”, sino “¿qué quiero sentir y comunicar hoy?”. Esto puede transformar el día.

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