La experiencia wellness está de moda

Durante años, las vacaciones fueron para desconectarse, pero de un tiempo a esta parte los viajeros buscan algo más, un paso posterior: conectar. Por eso los, destinos y hoteles que facilitan ese cambio de chip están en alza. “Un buen viaje nos modifica… siempre decimos que queremos transformar las vidas de las personas que nos visitan reconectándolas con lo esencial, y eso muchas veces es una sonrisa, un detalle, una historia”, indica Matías de Cristóbal, director general de Awasi y miembro del Comité Ejecutivo de Relais&Châteaux, una asociación de hoteles y restaurantes de lujo.

SIN LADRILLOS

Desacelerar es más simple y rápido, basta con ir a un lugar sin wifi -para no tentarse con las notificaciones- y alejarse de la rutina unos días; pero, cuando se trata de resetear los pensamientos y entrar en contacto con el universo, hace falta una ayuda extra: la naturaleza. Diferentes estudios científicos comprobaron que tiene un impacto positivo en el bienestar físico y emocional. Ya en la década del 80, los japoneses se apoyaron en esas virtudes para crear el shinrin yoku, una práctica que integra el programa de salud nacional desde ese entonces, que consiste en recorrer un bosque de modo meditativo. El mismo Estado, a través de la Agencia Forestal de Japón, forma a terapeutas o guías, quienes reciben a los interesados y se encargan de ayudarlos a conectar con los estímulos del ambiente.

La iniciativa se extendió a otros países, como Estados Unidos y Canadá. Los viajeros reconocen que las experiencias al aire libre y en lugares alejados de las grandes urbes repercuten de manera favorable en su ánimo. Según un informe de la plataforma Booking.com, el 56 por ciento de las personas encuestadas elige “destinos que queden en el medio de la nada para poder sumergirse en el entorno”. Desde el resort Arakur, dentro de la Reserva Natural Cerro Alarkén, en Ushuaia, lo confirman: “Efectivamente, los turistas están buscando destinos de mayor contacto con la naturaleza”, asegura Esteban Abolsky, fundador y socio del lugar.

Por eso, crearon el programa Arakur Experience, integrado por diferentes actividades, desde trekking por la Laguna Esmeralda o el glaciar Vinciguerra hasta cabalgatas por el bosque. Incluso las experiencias gastronómicas tienen un pie en la naturaleza. La llamada “Centolla”, por ejemplo, empieza mucho antes de sentarse a disfrutar de este clásico patagónico. Arranca en el Puerto Almanza: allí una familia de pescadores recibe a los visitantes y juntos realizan la captura del marisco; luego regresan a la costa y los anfitriones las cocinan con agua de mar. “La pandemia generó un especial interés por toda la Patagonia y los lugares vinculados, particularmente abiertos”, señala Alejandro Lagos, uno de los propietarios de Estancia Río Quillén, ubicada dentro del Parque Nacional Lanín, en Neuquén. Su bisabuelo llegó a este paraje hace más de 100 años y construyó una casa para su familia y amigos.

EL VIAJAR ES UN PLACER...

Ese lodge, al que bautizaron Casa Grande, estuvo abierto solo para algunos pescadores que visitaban los ríos Quillén y Malalco. Pero, en 2021, decidieron abrir al público y ampliaron la capacidad con un exclusivo glamping. “Quillén siempre fue un lugar de difícil acceso, no solo por encontrarse a dos horas de San Martín de los Andes sino porque estuvo reservado durante muchos años para la familia; acá no había ofertas de este tipo”, indica Lagos.

Ofrecen trekking, cabalgatas, pesca, travesías en bicicleta, pícnics en escenarios únicos y mucho más. Los turistas van tras “un lugar en estado puro de naturaleza, en medio de montañas nevadas, espejos de aguas cristalinas y milenarios bosques de araucarias”, detalla.

Otro lugar de ensueño que se consagró como boom es Chaltén Camp. Un campamento de ocho domos -con capacidad para 2 y 3 huéspedes- en El Chaltén. En esta villa turística, que está dentro del Parque Nacional Los Glaciares, la naturaleza late; por eso, la propuesta es fundirse con el paisaje, caminarlo, observarlo, invitación que se optimiza gracias al diseño.Todo el complejo tiene vista al monte Fitz Roy; al atardecer hacen un fogón para contemplar las estrellas al calor del fuego y las copas de los árboles construyen el refugio perfecto para disfrutar de un almuerzo en verano. Además colocaron hamacas paraguayas a lo largo del bosque. Y se las entregan a los huéspedes para que puedan colgarlas donde quieran. Los extranjeros pasan cuatro días como máximo, pero estos dos últimos años llegaron muchos argentinos y las estadías se extendieron a una semana.

PRIVACIDAD, LA OTRA ESTRELLA

El lujo dejó de vestirse de dorado, no solo porque la naturaleza se impone, también ganan los alojamientos pequeños, donde reinan la privacidad y la atención personalizada. “Hay una tendencia mundial a las estructuras más chicas, esto parece más simple; pero, al contrario, es más estresante, porque requiere más servicio”, grafica Nicolás Di Constanzo, de Chaltén Camp.

En Awasi, cada una de las villas de sus tres hoteles cuenta con un guía y un vehículo para que los visitantes disfruten las propuestas de cada destino a su ritmo. “Las dos dimensiones más lujosas son el tiempo y el espacio, o sea no aglomerarse; con ese fin, hacemos experiencias a medida de cada huésped”, explica De Cristóbal.Entre Cielos, hotel que se hizo famoso por sus suites suspendidas sobre el viñedo, incluye el servicio de concierge personalizado. “Arman el plan de viaje y se ocupan de reservas, traslados, para que los turistas puedan aprovechar de forma valiosa su tiempo en Mendoza”, indica Cecile Adam, fundadora y directora de este resort boutique.

También en Mendoza y bajo la premisa de la privacidad y el slow travel, Susana Balbo inauguró este año Winemaker’s House&Spa Suites. La palabra casa en el nombre no forma parte de una estrategia de marketing. Es que el hotel funciona en la propiedad donde vivieron la reconocida enóloga y sus hijos. “Creamos el concepto Be My Guest para que los huéspedes sean recibidos como mis invitados privados”, explica Balbo. En sintonía con respetar la intimidad, cada una de las siete suites posee su propio spa, con sauna seco, ducha de sensaciones y un servicio de rituales de bienestar.

Los hoteles que ofrecen programas de wellness sólidos también pican en punta. Entre Cielos, por ejemplo, cuenta con un jardín zen para brindar prácticas de yoga y meditaciones personalizadas, y un Hammam, que respeta la tradición de los antiquísimos hammams árabes.

VOLVER A LAS BASES

Después de años encerrados, muchas personas se dieron cuenta de que nada equipara el placer de lo simple. “El lujo es dormir en una habitación luminosa, con una vista increíble, un jugo de naranja recién exprimido, un vino servido a la temperatura y en la copa correcta. Lo ostentoso no va más, es prêt-à-porter y esa tendencia se va a profundizar”, anticipa Andrés Rosberg, uno de los propietarios de La Morada Life Hotel, emplazado en una finca de 280 hectáreas en Valle de Uco, Mendoza.

La encuesta de Booking.com lo confirma: “El 69 por ciento de la comunidad viajera piensa disfrutar de experiencias más simples, como pasar tiempo al aire libre o con la familia durante las vacaciones”. En su libro Setting the Table: The Transforming Power of Hospitality in Business -que en español podría traducirse como: “Poniendo la mesa: el poder transformador de la industria de la hospitalidad”-, el empresario gastronómico Danny Meyer afirma que la mayoría de los humanos reciben, al nacer, cuatro obsequios: una sonrisa, contacto visual, un abrazo y comida, y siguen buscando lo mismo a lo largo de la vida.“Quienes trabajamos en la hospitalidad tenemos que dar esos cuatro regalos de forma permanente”, asegura De Cristóbal. Tan simple y tan difícil como eso.